jueves, 14 de enero de 2010

No es una eminencia de redacción, pero cumple su cometido.


Regresé a México con una maleta cargada de libros, ropa, regalos y situaciones. Pocas veces el año nuevo ha traído tantas ¿sorpresas? bajo el brazo: comenzando por la universidad, el curso de manejo, el amor y terminando con la incertidumbre, que aunque no me agrada, comienzo a aceptar. Incluso la lluvia hace sus apariciones recordándome que todo es posible; claro, siempre y cuando no acuda al nombre 'científico': cabañuelas. Prefiero dejarle las cosas a la magia, el día a día. Resulta más placentero vivir así ¿cierto?
Entre series y letras descubro cosas que me gusta hacer, las llevo acabo paciente y tranquila. Es complicado, pero me propongo no ver las cosas de mala manera, ni de buena, así no me llevo chascos: sólo sorpresas.

No somos los mismos toda la vida, pero nuestra esencia permanece intacta siempre y cuando nosotros así lo deseemos. Me considero una persona tranquila y melancólica, pero cálida y positiva, cuando quiero, acepto que las sonrisas están a merced de mi mente, que sólo yo controlo y decido manejar para bien, o para mal; el propósito de este año es el bien, y lo digo abiertamente, pues sé que no me quedaré a mitad de año arrepintiéndome y regocijándome en la tristeza. Son cambios y habrá que bienvenirlos.

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